En sus inicios, la obra de Garafulic, realizada en terracota, mármol, piedra y bronce, corresponde a retratos y bustos que, por lo general, se someten a la representaciónfigurativa del modelo.
Esta primera etapa encuentra su culminación en las 16 figuras de profetas realizadas para la Basílica de Lourdes.
Luego, su producción toma el rumbo del "abocetamiento", es decir, adquieren el aspecto de estar inacabadas; un ejemplo de esto es "El Mar", obra ejecutada en piedra, que reúne en sí lo elaborado y lo aparentemente no resuelto.
A comienzos de los años sesenta, su obra adquiere un carácter doblemente nuevo, a partir de un viaje realizado a Isla de Pascua: cambia su modo de sentir la escultura y busca materiales nuevos adecuados a su nueva visión.
Trabaja, entonces, con maderas carcomidas a la que incrusta virutas de metal, soldaduras y pernos, ejerciendo, de este modo, toda una innovación para la época.
A partir de 1965, utilizó restos de fundición, con lo que consiguió extrañastexturas: el volumen acepta materiales poco comunes, haciéndose expansivo y acusando la presencia de espacios virtuales.
Esta línea de trabajo es paralela a otra, en la que Garafulic trabaja los volúmenes de forma simple y depurada, puliendo las superficies insistentemente.
Toda su obra busca lo plástico por sobre lo temático: "busco la estructura más que la significación", ha dicho ella misma.




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